Cuando era pequeño China no era un país, o al menos no lo parecía, sino más bien la palabra con la que terminaba la frase “made in…” y que aparecía impresa detrás de cada cacharro de calidad medio dudosa que había en mi casa.
Sé que con este comienzo parezco el abuelo cebolleta pero os juro que no soy tan mayor, por eso, resulta tan sorprendente que en unos cuantos años los chinos hayan pasado de ser sólo unos tipos bajitos, amarillos, de ojos rasgados y que hacen calculadoras de todo a 100, a ser un pueblo impactante, atrayente y que está hasta en la sopa.
Alguno puede caer en la tentación de pensar que si están de moda es por sólo por las pasadas Olimpiadas, o que se hicieron muy famosos después de organizar en el Forum la expo de los guerreros esos de barro, que son tantos que es normal que la gente hable de ellos, o que si nos gustan es porque los tatuajes con sus letras quedan bastante guapos…
Pero lo cierto, es que China es mucho más que todo eso: cada vez más fuerte, más rica y más abierta al mundo; con un potencial económico y humano abrumador, una cultura milenaria y un peso internacional al que no se le puede poner ninguna duda…
Ir a la exposición que ahora organiza el CCCB no es sólo recomendable para cambiar un poco de hábitos y empaparse de algo de cultura, no es que haya que verla por la interesante mezcla de presente, pasado y futuro que en ella confluye, ni para disfrutar de las fotos o de los videos que allí se exponen… Si hay que ir a verla, es sobre todo porque no podéis cerrar los ojos a lo que en breve será una verdad subrayada y en negrita: China es ya el presente. Así que, muchachos de piel pálida, no sé que esperáis para conocer a vuestros compañeros amarillos del no tan lejano oriente.
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